2018 ~ Pensamiento y Poesía

Bienvenido; aquí encontrarás parte de lo que escribo. Escritos líricos y poéticos con rimas y sin ella, escritos en prosas y experiencias de mi vida. Cada entrada que leerás tendrá un sentimiento distinto, poemas con algún significado real y que tu lo interpretarás. Intenta descubrir que puede haber en mi mente y vas a sorprenderte.

¿Se puede amar tanto a alguien?

MI AMIGO, ¡CUÁNTO TE NECESITO!

ENTRANDO A OTRA VIDA

PENSABA EN REALIDAD, CÓMO TE QUIERO

ME TENGO QUE IR

¡Hola! ¿Cómo te va?

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viernes, 8 de junio de 2018



Soy tan peculiar que jamás pensé que esa chica, piel clara, ojos verde pasto y cabello negro largo hasta su cintura, me prestaría atención. Me gustaba su perfume, me gustaba tenerla cerca aunque no nos conociéramos pero, un día tuve la valentía y todo cambió.

¡Yo le gustaba! Y nos conocimos, y supe de ella y ella de mí, nos enamoramos como adolescentes conociendo por vez primera el amor de sus días. Ahora mismo tenemos 4 años de relación, tantas veces hemos tenido relaciones, pero sin duda alguna, hay una que no puedo olvidar.

Esa noche fuimos a cenar en un restaurante importante de la ciudad. Entramos, yo con mi camisa de vestir negra, manga corta y ajustada a mi cuerpo, con mis zapatos de vestir y el jean negro, ah, y mi cabello más corto de lo normal. Ella con su vestido blanco y corto, muy por encima de las rodillas, lo adoraba porque veía esas piernas níveas que tan loco me volvían. Pero sin duda, lo que más me volvía loco era ese diseño del vestido en su espalda que le dejaba casi desnuda. Su calzado, tacones altos color dorado, nos hacían vernos de la misma estatura pese a que ella es mucho más baja que yo. Pero ahí estábamos, entrando, sentándonos y ella dejando su cartera de mano sobre la mesa. Estábamos comiendo y aun así, su fragancia dulce y tenue podía oler. Recuerdo que le tenía una sorpresa de la que ella era partícipe pero desconocía.

Al terminar, fuimos a una casa que yo había rentado justo para esa noche. Antes de entrar tapé sus ojos con una banda oscura, yo delante y ella siguiéndome mientras se guiaba con mi hombro, le llevé al cuarto.

Le acosté en la cama, le quité su calzado, besé sus pies y mi camino eran sus piernas. Mordisqueaba su muslos, subía y daba besos encima de su vestido e insaciable tocaba sus piernas hasta llegar a sus labios. Pidió destaparle sus ojos, a lo cual me negué. Le di la vuelta y ella boca-bajo, sentía en sus nalgas la erección dentro de mi pantalón. Quitaba el nudo de su vestido y volví a darle la vuelta hasta tenerla frente a mí, su olor me excitaba mucho, ese perfume…

Acto seguido quité su vestido y ella con su ropa interior, yacía en mi cama, pues me levanté para observarle mientras me quitaba la ropa hasta quedarme desnudo. Tomé mi teléfono y conecté los auriculares que puse en sus oídos, coloqué una música que había dejado preparada con anterioridad. Y ella sonrió cuando comenzó a escuchar la Sonata Claro de Luna por Ludwig van Beethoven, a muy bajo volumen, suficiente para la ocasión, ella ya no me escuchaba.

La cama que tenía en sus cuatro esquinas, amarres para sus extremidades, las tomé para atarla. Ella me dijo que estaba loco, a lo que yo asentí. Me preguntó qué haría y le ordené que hiciera silencio. Estaba atada por sus dos muñecas, por la parte más baja de sus pantorrillas dejando un poco rígidas sus piernas. Subí sobre ella para besar su cuello y así, en sus labios. Mientras rozaba con mi pene erecto en su clítoris oculto bajo su ropa interior, desbotoné su sostén negro y tirándolo al piso del lado derecho de la cama, succionaba sus pezones rosados. Ella intentando revolverse en la cama era detenida por las ataduras en la cama. Me mataba cómo resaltaba su piel blanca como la nieve, cómo su piel se erizaba cuando rozaba mi miembro en su sexo y al mismo tiempo gemía mi nombre. Por último, me deshice de su última pieza íntima. Tengo que decir que tuve que soltar las ataduras para poder hacer esos cometidos y además, volverla a sujetar a cada una de las esquinas de la cama.

Me levanté y la idolatré, ella perdida escuchando las melodías de la Sonata claro de Luna y yo tomando un hielo que había en una gabera colocada allí para la ocasión. Me subí en la cama arrodillado entre sus piernas y dejando caer gotas de agua provenientes del hielo en su sexo, echaba un gemido. Su piel más aún se erizaba y las gotas cayendo por unos segundos en el mismo punto. Iba subiendo y las gotas cayendo en su pelvis, en su abdomen y luego me centré en su pecho, en sus pezones erizados, gemía de esa sensación de no saber cuándo y dónde caerían cada gota, dónde haría más hincapié y donde pasarían mucho más rápido la visita en su cuerpo aquellas gotas heladas, y ella nuevamente gemía mi nombre entre las melodías de Beethoven.

Prontamente de estar un rato paseando gotas del hielo en su cuerpo, a muy poco de consumirse, lo dejé dentro de su ombligo y me levanté. Mientras escuchaba sus gemidos, busqué un vibrador y comencé a estimular su clítoris. Los gemidos eran más intensos y ella trataba de moverse inquieta por el placer. Usaba mi lengua, oralmente me inundaba de ella, de su sexo y sus fluidos. Pero la mejor parte ahora vendría.

Tomé un cigarrillo, lo encendí, ella sonrió un poco agotada pidiendo a que le diera un poco de mi cigarro. Sonreí. Además, encendí una vela aromatizada a fresas a la que ella echó una profunda inhalación. En aquel cuarto frío había una mezcla de olores difíciles de explicar, pero me gustaban y a ella mucho más.

Dejando que la vela se consumiera un poco, coloqué el cigarrillo en su boca y ella dio un jalón. Quité un auricular de sus oídos, susurré a que se preparara y se lo volví a colocar. Se puso seria y frunció el ceño. Lo hizo, nadie más que ella sabe cuánto me gusta que frunza el ceño. El esperma de la vela comencé a dejar caer en su pecho y alzó su torso de la cama echando un fuerte gemido y así continué por sus pezones bastantes instantes, intensificando el calor del esperma en su piel y haciendo un camino por su abdomen. La vela derretida caía y se secaba, ella gemía a que no me detuviese. Así sucedió en su sexo y en sus piernas. Luego, me levanté rápidamente hacia la cava de hielo y tomé otro más. Ahora dejaba caer las gotas frías de hielo, vela derretida y caliente en su piel, haciendo que ella se moviera, tiraba de las cuerdas que la ataban a la cama y estuve unos 3 minutos en esa acción. Por último, apagué la vela y el hielo lo metí en su boca. Me puse encima de ella y comencé a besar sus labios hasta que metí mi miembro dentro de ella empezando a follar.

Las embestidas fuertes y sus gemidos en mi boca me hicieron cambiarla de posición, estaba tan excitado que iba a correrme, aunque ya ella lo había hecho varias veces antes y durante esa etapa del acto. Le di vuelta, volví a atar sus brazos pero sus piernas las dejé libre y ella levantando su culo, pedía a que le follara. Y así transcurrió mientras tomaba su cabello y sus nalgas golpeaban mi pelvis. Dios, veía ese lunar en su nalga izquierda como un punto, me volvía loco de placer. Por último, la dejé libre, quité los auriculares de sus oídos y la monté encima de mí, como una diosa me cogió y yo viviendo el placer de la vida, me corrí dentro de su cuerpo. Se echó agotada en mi pecho mientras poco y débilmente se movía diciéndome que me amaba, me espetaba que fue la mejor noche de su vida.

De sus palabras un poco de mentira, pues aunque para mí también lo fue, las siguientes veces también fueron las mejores noches de su vida.

domingo, 3 de junio de 2018



La vida es tan interesante… Tengo tanto por aprender que en mí, vive el miedo de perder experiencias que yacen ahora en mi memoria, y poco que sé de la vida, y tanto me falta por aprender: y de la vida, las personas, mentes brillantes y otras dominantes, extrañas y curiosas, hipócritas y melancólicas. Así, como un niño que no comprende lo que es ponerse de pie, lo aprende y se levanta, y corre por la vida, mi vida ahora mismo. Y ahora mismo, un talismán que perdí, perdiendo la cordura de vivir. La vida que se va poco hace falta, y mi vida se renueva, pero se va y se va, no queda más que vivir viviendo una pena vaga de dignidad.

¿Los bucles realmente se acaban? El final pareciera el comienzo ¿y cómo no confundirse? Jamás lo sabré pero sé que ha de encontrarse en el lugar correcto de mis recuerdos. Aprenderé a dominar la confusión y le domaré, seré un manipulador de ella, conocerá mi experiencia y de mí beberá, hasta embriagarse en mis brazos. Haré que sepa que los bucles pueden tener un final y que dar respuesta entre dos números que se parecen, de dos elija el uno, uno solo para la confusión, uno de eterno placer y uno de confusión agotada y mal vivida, porque quien vive soy yo ante ella, y es así como la vida se vuelve tan interesante. Tanto como sumar el número elegido tantas veces se nombrara y darse cuenta que siempre ha sido el número 4.

La vida sigue, continúa sin parecer tener ganas por detenerse. Qué peligro es tener una mente sin frenos, un subconsciente ebrio y la imaginación vertiendo licor en ese bar de recuerdos y nostalgia. No importa la primera vez, importa la continuidad de la misma; es la dificultad para que el maldito bucle de mi vida se detenga y la vida con él también lo haga. Pero, la vida no deja de ser interesante sabiendo que no estás, que estás con alguien más. Es tan complejo, eres tan compleja como el bendito bucle que alguna vez se detuvo y ha comenzado a andar y repetirse nuevamente, y termina y vuelve al inicio; los demonios sigue, están aquí, conmigo.

¿Hay algo más difícil? No es como lo crees, pero aunque seas dueña de la verdad, fingir demencia empieza ser placentero. Así que… ¿Fin del bucle?

miércoles, 18 de abril de 2018



Y no se deja de pensar fácilmente en lo que un día le llamé: el amor de mi vida, pero intento evadirlo, evadir esa emoción que sienten mis poros al cerrarse del escalofrío poseído por mi cuerpo cuando estabas cerca de mí, como ahora que no estás y mis pasos me llevan a una falsa tú, justo allí trato de evadir todo pensamiento que me hace daño. Evadir la tristeza de no tenerte y correr a los brazos de la primera que se me atreviese, porque nadie podría hacerme más daño que tú, ni mucho menos me forjaría gozarlo como contigo lo hacía, como contigo lo hago; un dolor proporcional a cuánto te alejes de mí más fuerte se concibe.

Puedo intentar evadir cualquier motivo que me recuerde esa mirada sumisa y controladora que solo he visto en ti, que ya no tengo, pero en el fondo, no quiero hacerlo. No quiero evadir al amor de una vida que alguna vez tuve, no quiero que aquella rubia se acerque a mí y me ate en sus labios, porque me encanta el dolor que tú me provocabas, que tú me provocas. ¿Has escuchado de “La venus de las pieles”? En su narrativa de una historia, Severin, quien solo lograba inestabilidad en el amor, decidió a galoparse en la desdicha del dolor y el sufrimiento. Él pide a su amada, Wanda, que lo trate como su esclavo y para afanarse se firma un contrato en cual estipula que él sería su esclavo, donde puede ser maltratado cruelmente sin opciones jamás de acudir a la venganza de tales acciones. Wanda accede a su petición y es así como Severin consigue el mayor placer de su vida. Por lo tanto: “si es que no puedo gozar plena y enteramente la dicha del amor, necesito apurar la copa de los sufrimientos y de las torturas, ser maltratado y engañado por la mujer amada, cuanto más cruelmente, mejor. ¡Es un verdadero goce!” Leopold von Sacher-Masoch. Y es así como el masoquismo nació, con su libro “La venus de las pieles”. Masoquismo que hoy por hoy, no puedo evitar cada vez que pienso en el dolor, en el engaño y en la pura inestabilidad emocional que nunca puedo evadir cuando recuerdo esas noches en las que, después de haber hecho el amor se armaban discusiones impertinentes en las cuales hacía enojarte solo para que me hirieras con tus palabras, me pegaras y así con ello poder irme a la otra habitación e imaginarte terminando conmigo, engañándome de la peor manera y la más dolorosa para que de mi mente jamás salieras, fueses una marca de por vida.

Ahora, con cada fracaso amoroso solo me queda el consuelo de jamás evadir los recuerdos de cada momento que me generaron tristeza y depresión que como un recíproco me daban además, el placer más dichoso de todos, el más encantador, el desenfreno más ameno que jamás otro exista.

—Enrique Nava.

lunes, 2 de abril de 2018

Una nube espesa al borde de drenar,
Sin hacer ruido, en silencio eterno,
Una oscuridad que puedo contemplar,
Como un callejón sin salida.

Dos veces suficientes para sentir remordimiento
El ruido en mi mente crea un sentimiento,
No puedo decir mucho, pero lo sabe todo.
Es un puente colgando y su vida perdiendo.

No puedo expresar como me siento,
Aunque el vacío sea mi definición,
Un envase de emociones quebradas,
Confusiones, anhelo de sucesión.

Puedo pedir el sueño que necesito,
Pero ni siquiera puedo dormir,
Puedo auxiliar a una voz que ayude,
Sin escuchar el frágil silencio.

Puedo conllevar las riñas de mis pensamientos,
Pero no puedo opacar la realidad con el pulgar,
Es que no me siento bien y poco logro ver,
Que cuando era feliz, no me llenaba de placer.

Y sé ocultar donde la lona está rota,
Aunque ésta sea el reflejo de mi mente,
Cual se pierde como consumiendo droga,
como disipar lo que piensas, que sobra.

Puedo y a la vez no puedo con la decepción,
Que me abraza como una camisa de fuerza,
Y me grita al oído como escuchando un aullido,
Por su voz, es como escuchar cantos tristes.

Porque es de tristeza mi inmensa pensadora,
Que es impredecible, como ganar a la lotería.
Y es así en directo aquel lugar cual sería,
Donde llorando en los celos me ahogaría.


Hoy soy una persona que puede disfrutar de la libertad, no me hace falta tu amor, no hace falta saber de ti ni mucho menos lo que pienses de mí; aunque en mí ya no pienses. El tiempo solo sirvió para darme cuenta que no tengo que estar con nadie pero que por más que luche, no puedo quitarme el peso de seguir amándote aun cuando el tiempo es más grande de lo que duraste amándome, supuestamente.

Las personas saben mentir muy bien ¿Quiénes les enseñan? ¿Cómo aprendiste a mentir tan fácil? ¿Hay clases para aprender a mentir? La verdad es que no entiendo cómo se puede ocultar en una relación, que no amas a tu pareja. ¿Tantos “te amo más que nadie” ahora evidentemente falsos porque te has enamorado de la persona con la que me engañaste? ¿Realmente tu primer amor? Vaya, cada vez tengo menos fe en el amor de las personas. Sí, ya sé que te he idealizado como alguien totalmente hipócrita pero me sorprende mucho… ¿O quizás no?

Aun cuando parece que tengo una prueba en mis narices no creo lo que aparentemente has espetado; siempre he pensado que hay algo más detrás de todo. Sí, no fuiste mi primer amor y aunque hayas sido el último, te reconozco como la persona que en su momento me hizo más feliz que nadie y, trato de entender que ahora tienes un nuevo amor y creas que sea el primer amor de tu vida pero incluso aunque pueda ofrecerte lo que yo no podía en ese momento te darás cuenta que muchas cosas no son así. Él no es tu primer amor, yo lo fui. ¿Tienes miedo a decirlo? Yo no tengo miedo a escucharlo ¿quién tiene miedo entonces? ¿Él? Vale, ¿y si tú no lo dijiste y fue él? Es más creíble. Pero nunca lo sabré, porque no tengo pruebas y sería tonto que las buscaras, creo que la única prueba que quisiera tener es que eres más feliz con él que conmigo, que con nadie más.

Gozaré de la libertad que recuperé cuando me engañaste, nunca es tarde para aprender, ¿no? Eso lo dijiste tú y al parecer te va muy bien después que fuiste perdonada de tus pecados. Pero mientras goce de esta libertad volveré a ser tan diablo como nunca fui o como dejé de serlo por empeñarme en que el amor realmente existe.

jueves, 15 de febrero de 2018

Quiero que estés conmigo. Aunque me caiga al abismo tratando de tenerte. Aunque ya llegué al vacío, pareciera que te tengo, pero no es así. Me desvivo pensando en ti, y cada noche en la que duermo y sueño contigo. ¿Por qué tengo que sufrir de este mal? Ya no te quiero amar, ya no creo en tus palabras a pesar de volverme fiel creyente de tus acciones. Es lo que importa ¿no? Porque cada vez que haces algo tú no te das cuenta cómo me afecta, lo que siento y lo que pienso, pero lo haces y me jodes, porque soy el rascacielos que construiste con tu voz pero que derrumbas con tus acciones.

No tengo más nada que hacer aquí entre un supuesto amor que no hay. Solo, es como debo estar, a pesar de tener la manía de querer estar con alguien. La soledad es mi miedo y no me agrada estar solo, pero tienes que marcharte porque se acabó.

Ya me cansé, hoy me olvido de todo. Porque la única manera de matar algo es olvidándolo y mataré el amor que siento por ti olvidándote. Ya no quiero ser el que siempre te motive, ya no quiero que tus problemas me afecten. Todo lo que te he dado ha sido incondicional pero estoy siendo torturado por mis pensamientos y no puedo seguir viviendo así, no puedo ser masoquista con tanto dolor que siento. Me duele el corazón y no sabes cuánto, ese vacío y sabor amargo de boca que se produce en mí cuando tratas de ocultarme algo es aborrecible. Entonces ¿qué es esto? ¿Una ilusión? Porque si es así, ya no seguiré viviendo en una mentira. No seguiré escuchando una voz que me dice algo y un cuerpo que hace lo contrario, no quiero que me busques más porque estoy agotado, con sed de tranquilidad y tumbado en el suelo.

No quiero estar más tirado en el suelo, no quiero experimentar más el abismo por querer estar contigo. Lo siento, vete de mi vida ahora mismo. Te abro la puerta y sigue siendo libre, porque conmigo también lo eras. En cambio, yo era un prisionero atado a una farsa que me hiciste creer. Así que seguiré un nuevo camino, solo, con mi tranquilidad mental.

Se acabó el nosotros que nunca hubo.


viernes, 2 de febrero de 2018

¿Qué es caminar tomados de las manos? Siempre me hago esa pregunta, porque aunque te tengo, pareciera que no. Más que caminar a tu lado es como si estuviese corriendo tras de ti. Corro y corro, y cada vez que creo tenerte cerca, veo la silueta de tu cuerpo perderse en entre mis ojos. Así que, ¿esto es correr tras de ti o caminar a tu lado?

Quisiera caminar a tu lado porque cada vez que recorro este camino en busca de ti suelo agotarme, me agota que me ames pero tenga que correr tras de ti en este desierto confuso y vacío que se parece tanto a mis sentimientos, a mis emociones y pensamientos. A pesar que tenga tanta sed y no haya agua, solo desearía alcanzarte y beber del néctar de tus besos. Quisiera que no te desaparecieras cuando te siento más cerca de mí, desearía que te voltearas y me vieras aquí, arrodillado, esperando a que tomes mi mano y me invites a caminar a tu lado.

Eres mi norte y quizás por eso no me he perdido, pero siento que te pierdo. No sé si seguiré estando dispuesto a correr tras de ti, sabiendo que muchos también te persiguen y yo quisiera estar caminando a tu lado. Tienes el perfume que quiero oler, la mano que quiero sujetar y los dedos que quiero entrelazar con los míos. Sería fantástico. Detente, espérame…, juro que muero por besarte ahora mismo, no cuando te alcance. Hazlo, voltea y mírame como solo tú sabes hacerlo, no quiero que mi corazón se detenga por la aceleración de correr tras de ti, si tiene que detenerse que sea cuando te tenga, cuando la emoción de estar caminando a tu lado florezca en mi desierto.

Y debo gritarlo, debes escucharme y tienes que enterarte que, no sé si correr tras de ti o caminar a tu lado, cuando siento que más me amas, me desvivo. Entonces, mi mente me traiciona, y puede hacerlo. Pero tú, yo no quiero que tú lo hagas, quiero que me digas que soy yo y que quieres que camine a tu lado.

¿Cuánto más tendré que esperar? espero que lo suficiente para caminar a tu lado en el atardecer de la vida.


viernes, 26 de enero de 2018

¿Quién no se ha sentido triste? En algún momento de mi vida llegué a dar por hecho que para estar alegre y ser feliz, el universo me depara un constante reto que implica hacerme inconscientemente, amiga de la tristeza. Aquí debo sufrir, y ojalá no fuese así. Porque duele bastante, porque eso siempre huyo de la felicidad. El dolor es tan fuerte hasta un punto en que, como si fuese magia recorriendo mis pensamientos, digo: “Vale, ya basta”, es hora de ir buscando la felicidad.

Aunque no solo a mí me persigue, a todos nos persigue, y corremos en sentido contrario para que no nos atrape -porque sí parece que tenemos tanto miedo a enfrentarnos a ella…- la felicidad, que preferimos no tenerla antes que buscarla sin sufrir en el intento.

martes, 23 de enero de 2018

Pensé tanto para decirte esto y creo que llegó el momento, porque lo que nunca pudo ser, ya no será lastimosamente.

Estaba tan solo en aquél cuarto a cientos de kilómetros de ti y de mi familia, deprimido; pensando en cómo mi vida se desmoronaba cada día más. Pero aun creía que tu amor por mí, era lo que me daba las fuerzas necesarias para seguir. Ya no importaba mi carrera, ya no importaba cuántas materias reprobara, ni el hambre que pasaba los días que no tenía dinero, solo quería que no te alejaras de mí. Pero para suerte mala como la mía, era lo que ocurría. Me aferraba a que esa noche solo estaba soñando y recuerdo cuando me llamaste cantabas esa canción; recuerdo que lloramos, recuerdo además cuando decías que te ibas y me llevarías contigo cuando regresaras. Pero ni te fuiste, ni me llevaste, solo te alejaste de mí con una cadena de mentiras que ataste a mis manos para que nunca te soltara y siempre estuviese tras de ti. Esa noche fue una de las peores.

Luego volví a mi ciudad, esa donde nos conocimos ¿lo recuerdas? Nos sentábamos todos los días como adolescentes enamorados en un rincón de la escuela y a la misma hora de siempre pasaba ese niño que nos veía curiosamente con gracia y nos reíamos. Nuestra ciudad, donde todo comenzó y donde ese día todo terminó.

Tú esperando una llamada en Skype y yo decidiendo abandonar mis evaluaciones y tomar un bus para recorrer 237 kilómetros hasta llegar a tu casa. Y me planté en tu casa y te llamé a salir. Te sorprendí y misteriosamente estabas asustada, como si algo ocultaras. Ni siquiera me dejaste entrar a tu casa, aludiendo que tu papá estaba muy furioso ¿pero por qué? Nunca lo supe. Comenzamos a caminar por la urbanización para luego sentarnos en un lugar que nos hacía sombra. Hablábamos de cuánto nos íbamos a extrañar. No puedo sacar de mi mente esa mirada tenue, esos ojos verdes penetrando mi alma: ¿por qué me preguntaste: qué pasaba? ¿Por qué te sorprendiste cuando me perdí en tu mirada? Si te amaba, y más que a mí mismo.

¿Por qué me mentiste tanto mientras me abrazabas y me decías: “quédate quieto, no vamos a terminar”? Y decidiste que nos levantáramos y siguiéramos caminando a plenas 16:00 horas del día. Pero, ¿sabes qué no puedo olvidar? Cuando me preguntaste: “¿Puedo besarte?” Éramos pareja, estábamos más que comprometidos, tu familia me conocía, la mía a ti, éramos eso de envidiar. No eran dos meses, no era un mísero año, eran casi tres años y cuatro conociéndonos, no era cualquier cosa. Decidí solo decirte: “Claro que sí, soy tu novio ¿no?” y me besaste; pero quién iba a pensar que iba a ser el último beso que te daría, hasta que esa noche me dijeras por Skype que todas mis sospechas eran cierta, que tenías ese alguien más que yo sabía. No querías hacerme daño me dijiste luego, y no sabías cómo decírmelo. Era más de dos meses que estabas con él y conmigo.

¿Cómo pensabas estar y seguir con los dos? Muchas preguntas y pocas respuestas.

Pero hubiese preferido no haberte besado ese día, porque ese último beso fue de seguro la prueba para ti, de que ya no me amabas y eso fui yo, un experimento ese día.

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Entraste en mi alma, para no salir de ella y te agarré de la mano porque pensé que nunca me soltarías, pero me equivoqué.
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