¿Quién no se ha sentido triste?
En algún momento de mi vida llegué a dar por hecho que para estar alegre y ser
feliz, el universo me depara un constante reto que implica hacerme
inconscientemente, amiga de la tristeza. Aquí debo sufrir, y ojalá no fuese
así. Porque duele bastante, porque eso siempre huyo de la felicidad. El dolor
es tan fuerte hasta un punto en que, como si fuese magia recorriendo mis
pensamientos, digo: “Vale, ya basta”, es hora de ir buscando la felicidad.
Aunque no solo a mí me persigue,
a todos nos persigue, y corremos en sentido contrario para que no nos atrape -porque
sí parece que tenemos tanto miedo a enfrentarnos a ella…- la felicidad, que
preferimos no tenerla antes que buscarla sin sufrir en el intento.
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