Tomando riesgos II ~ Pensamiento y Poesía

Bienvenido; aquí encontrarás parte de lo que escribo. Escritos líricos y poéticos con rimas y sin ella, escritos en prosas y experiencias de mi vida. Cada entrada que leerás tendrá un sentimiento distinto, poemas con algún significado real y que tu lo interpretarás. Intenta descubrir que puede haber en mi mente y vas a sorprenderte.

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sábado, 30 de septiembre de 2017

Otra vez, tomando riesgos mucho más intensos.

Aquí me encuentro entrando al cuarto con ella, con la rubia que me enloquece. Trae sus largas cabelleras onduladas, doradas como el sol y una sonrisa que no se desdibuja ni un instante de su rostro. Con su pantalón vinotino, con su remera negra y un distractor en la mano: su teléfono. Cierro la puerta y ella está nerviosa, pero admito que yo también. A las afueras de la habitación se escuchan voces y pasos pero son ignorados por nosotros cuando me voy hacia ella para besar sus labios.

La tomo por el cuello y sigo besándole, percatándome de que me abraza acariciando mi espalda. Oh Dios mío, sus finos labios rosados, que es una odisea besarlos porque desde siempre busco el labio superior pero con ella es todo lo contrario; un beso que se dosifica de excitación en mi cuerpo aún sin acostumbrarme a besar solo su labio inferior, y es que aunque busque el superior, ella lo evade cambiando la dirección de mi beso.

Ya está, mi cuerpo comienza a temblar. Es una sensación que me llega cuando comienzo a excitarme con alguien que amo y me vuelve paranoico de placer, y queriendo parecer tranquilo, la alzo y la sujeto encima de mí. Ella me rodea con sus piernas en mi cintura y yo, sujetándole fuertemente, no dejo de juguetear con su lengua. Me arrimo a la cama y me siento, ella sigue montada encima de mí y yo comienzo a besarle en su pecho lo que su remera deja ver, y ella apenada sintiendo cosquillas. Se ríe. Dice que no cree lo que está pasando y consiente me hace saber que le gusta. Me le quedo viendo a sus ojos y me quito mis anteojos. Ella se deja puestos los que siempre usa, siempre ha pensado que se ve fea con ellos pero yo disfruto su espléndida belleza. Estoy muy excitado y no dejo de temblar.

Me siento apenado, se ha dado cuenta de mi tembladera y me pregunta atónita que si lo estoy haciendo, a lo cual afirmo y explico el por qué. Levanto su franela, y me dice que no, yo le ordeno que se deje y obedece. Me encanta como es que, con una mirada y unas palabras mías, se ve que disfruta el momento. Al fin, le quito la remera y sigo repartiendo besos en su pecho, ya siento sus senos y estoy loco por succionar sus pezones y juguetear con ellos. Mis manos intranquilas se pasean por su espalda dejando entre el camino caricias que llegan hasta sus nalgas, cuales aprieto con fuerza. Y suben y llegan al broche de su sujetador. No lo necesito, por lo que me deshago de él aunque ella no esté tan segura, su pena sea grande y se le vea tan roja como un tomate, termina accediendo.

Mis manos se vuelven hasta su pecho, beso su cuello y se despabila, comienza a decir que no lo haga porque se excita y es su punto débil. Gran error al decírmelo, y lo sigo haciendo y la sujeto por el cabello replicándole que se quede quieta. Y obedece. Haciendo una seguidilla de besos, llego a sus pezones, suelto su cabello y los agarro, son rosados y me encantan, a pesar que al principio apagué la luz del cuarto, un resplandor de la ventana alumbra tenuemente la habitación. Estoy chupando sus pezones, uno a uno. Ella suelta un débil gemido y me agarra de las mejillas para llevarme a sus labios y comenzar a besarme, otra vez.

Me levanto y la coloco al frente de mí, le doy la vuelta y le doy un fuerte azote en sus nalgas con la palma de mi mano. Vuelvo a colocarla frente de mí, agarro una almohada que se encuentra sobre la cama y la coloco en el piso, le ordeno que se arrodille apoyándose sobre la misma para que sus rodillas no sufran tanto. Me encanta esta vista, verla arrodillada cerca de mi miembro y viéndome a los ojos. Me desbotono el pantalón y bajo el cierre, me saco mi miembro erecto y le pido que abra la boca y cierre los ojos. Entonces, con sumo cuidado voy metiéndole mi pene en su boca y enseguida ella con su lengua comienza a jugar. Le mando a que baje las manos y las apoye sobre sus piernas, le agarro por ambos lados de su cabeza a la altura de sus orejas y le follo su boca cada vez más rápido. Me siento en la cama, en una orden usa sus manos para hacerme el oral a su gusto. Entre un gemido le digo que lo hace muy bien. Una vez más ordeno a que me vea a los ojos mientras lo hace y me pongo tenso y con muchas más ganas de follarla.

Me levanto de la cama y así, con ella también. Le digo que quiero follarla pero me dice que no podemos, que es muy arriesgado, pero no me importa. Sin embargo, no se deja y le digo que se dé la vuelta. La coloco contra la pared y besando su cuello desbotono su pantalón vinotino, lo bajo hasta un poco más arriba de sus rodillas, y es que prácticamente solo veo su grande culo blanco que ahora aprieto con deseo arrimando mi miembro erecto. “Te haré un anal” le digo y se sorprende diciendo que no lo haga. Pero una vez más, no me importa, estamos tomando riesgos, es el momento. Mojo la punta de mi pene con saliva y lo paso por la entrada de su vagina húmeda, lo mojo tanto que es suficiente para penetrar su culo. Así que lo hago, comienzo a penetrarle y se queda quieta, está tan apretada que me da la impresión que mi pene no entrará y le dolerá mucho. Pero lo vuelvo a lubricar con su líquido natural. Penetro nuevamente y comienza a entrar, se siente delicioso... Ahora suelta un gemido y le pregunto si le duele, a lo que ella afirma pero rogando que prosiga, gime diciendo que le gusta. Asimismo, cada vez las embestidas son más rápidas y a un ritmo y voy sumergiéndome en el placer de sus orgasmos.

Al rato le ordeno que se coloque en la cama, en cuatro patas. Yo me quito el pantalón pero me quedo en boxers. Y sigo follándole analmente pero veo que así le duele más. Por lo que, recuerdo que hay una forma que no le dolerá tanto y le gustará mucho más. Se tumba en la cama completamente boca abajo. Beso sus nalgas y su espalda, me subo encima de ella y mojo mi pene nuevamente con su líquido, con su humedad cual producto es de la excitación que está sintiendo. Y es que no me contengo, me gusta verla así: su cabello está todo alborotado y espelucado, agarro sus dos nalgas y las aprieto y abro, quiero morderlas pero me contengo de hacerlo. Agarro mi pene y penetro nuevamente en su culo y aquí, justo teniendo más control sobre ella, intento penetrar más a fondo, le duele pero le gustaba. Gime mucho, eso hará que me corra mucho más rápido, tapo su boca y me la cojo más fuerte.

Y le digo que voy a correrme dentro y me pregunta riendo que si estoy loco. Yo sonrío, la velocidad en la que la estoy follándola va ascendiendo y voy correrme. Oh mierda, derramo semen dentro de su culo. Lo saco, sigo corriéndome tanto dentro de mi ropa interior que nunca me quité, como sobre sus nalgas y ella suspira, me dice que hay que irnos pero no quiero. Quiero más. Sin embargo, el riesgo crece así que esparzo con mi pene el semen derramado en su trasero hasta secarse un poco, me hago a un lado dejándola libre, se levanta y asevera diciendo que no cree que haya hecho esto. Y admite que quiere más, pero suena la puerta y quieren abrirla ¿y  ahora qué sucede? Ella se viste rápidamente y yo tan veloz como puedo. ¿Nos descubrirán? Hemos tomado tanto riesgo por el placer de dos locos enamorados.

Entonces, abro la puerta y vemos la libertad y tranquilidad de las mentes no dispuestas a arriesgarse.

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