Deseos perdidos: Capítulo 2 ~ Pensamiento y Poesía

Bienvenido; aquí encontrarás parte de lo que escribo. Escritos líricos y poéticos con rimas y sin ella, escritos en prosas y experiencias de mi vida. Cada entrada que leerás tendrá un sentimiento distinto, poemas con algún significado real y que tu lo interpretarás. Intenta descubrir que puede haber en mi mente y vas a sorprenderte.

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miércoles, 27 de septiembre de 2017

2
Son las dos más veintitrés minutos y quedé de verme en el centro comercial metrópolis con Angelina a las tres en punto. Me apuro vistiéndome; me coloco una franela negra, un pantalón negro bastante ajustado, unas botas blancas y por último mi chaqueta de cuero. Me dirijo hacia el cuarto de papá para buscar sus lentes Ray Ban Aviator, por suerte no se los llevó al trabajo.

Las tres menos quince minutos. Me dirijo a la puerta de la salida de la casa, al pasar por la sala veo como las amigas de Rose impactan su mirada conmigo. Me quito los lentes, guiño el ojo a Katherine y me los vuelvo a poner, ella me sonríe con picardía y me responde con una mirada de deseo. Me voy a la cochera, papá se ha llevado el automóvil. Mi padre ha comprado hace dos meses un Toyota Corolla 2014, anteriormente usaba una motocicleta Indian Chief Classic negra, no dejaba que nadie se acercara, él expresa que esa motocicleta “es mágica”. Ahora que tiene el automóvil no la usa, frunzo el ceño. Debería escribirle un mensaje de texto.

“Papá, he agarrado la motocicleta para verme con Ange en el C.C. Metrópolis”.

No pasan dos minutos y me ha respondido.

“Lawrence, ella es mágica, ten cuidado. Que te vaya bien, te quiero”.

Reviso mi chaqueta en el bolsillo de adentro y consigo una pañoleta y la coloco en mi cabello largo, me monto y abro el portón del garaje con el control. Parezco todo un motoquero. Salgo y frente de la casa espero se cierre el portón. Enciendo mi iPod y en instantes comienzan a escuchar mis oídos Exarsis. Ronroneo la moto fuerte y comienzo a andar por las calles de la ciudad. Voy por la autopista del Este dejando atrás al municipio Naguanagua, hay poco tráfico comparado en la noche, alrededor de las 6:00 pm así que podré llegar en 20 minutos próximos desde que salí de casa. El teléfono está sonando, supongo debe ser Angelina que quiere preguntar si ya voy llegando.

Aparco en el estacionamiento del Metrópolis Shopping Center, está repleto de vehículo. Nunca he sabido que este centro comercial esté vacío, siempre está lleno sea la hora que sea. Voy a la entrada del centro comercial y mientras entro llamo a Ange -agarro mi teléfono, marco a su número y le llamo-.

Ange, ¿dónde estás? –pregunto con ansias de verle.
Estoy en el cine, Lawrence –me responde con tono que me apure.
Está bien –cuelgo.

Estoy cerca del cine así que mejor me apuro. Acelero el paso mientras voy al destino. Llego al cine y veo a Ange sentada casi en la entrada esperándome mientras está entretenida en su iPhone 4, muy usual que se entretenga subiendo fotos a las redes sociales. Entro y me siento en la silla del frente sin ella se dé cuenta, extiendo mi mano por la mesa para saludarle, rápidamente sube la mirada a mis ojos y sonríe de la emoción.

¡Lawrence! –se levanta de la silla y se tira hacia mí para abrazarme fuertemente.
Me encanta cuando me abrazas, es tan relajante y apreciable –susurro a su oído y sigo su abrazo.
Es agradable verte, por cierto lindo look –deja de abrazarme, me pasa la mano por el pelo y se sienta frente de mí, en donde se encontraba.

Ange viste una blusa sin manga con una tela muy clara tanto que se nota su top negro, no es frecuente en ella este tipo de blusas, sin embargo se ve bastante bien. Lleva un leggins azul donde se puede notar su glúteo tonificado, bastante sexy. Trae un gorro junto a su cabello largo y rizado que alimenta su único estilo. El color de su piel que resalta con el color del leggins hace verla más blanca de lo habitual. Sus hermosos y humildes ojos se ven con mucha alegría. Me encanta verle, aunque últimamente la facultad le toma tanto de su tiempo que vernos se dificulta, ni siquiera ha viajado en los últimos 5 meses a su ciudad natal, Caracas, para ver a su Familia. Ella está residenciada acá en la ciudad de Valencia desde que ha comenzado la carrera de medicina, específicamente en el municipio San Diego. Supongo que es por ello que hoy nos hemos reunido acá en el Metrópolis Shopping Center.

¿Qué ha pasado? –pregunto intrigado.

¿Qué tendrá que decirme? Estoy muy impaciente por saberlo. Sonríe y se pasa un fleco de su pollina por detrás de la oreja.

Tengo cambios de ánimos repentinos y aún no me llega la menstruación, creo que estoy embarazada –replica sin verme a la cara.

Es una broma, ¿no?

¿Qué estás diciendo Ange? –murmuro conmocionado, impactado.
Tengo una semana de retraso en mi ciclo menstrual –entrelaza los dedos de sus manos y los mira fijamente. No puede evitar sonrojarse.
¿Y José lo sabe? ¿Se han estado cuidando? –pregunto aún atónito.

José es su novio de hace más de 3 años. Su relación es muy madura, saben dónde tienen los pies plantados. No sé qué ha pasado ésta vez.

No, él no lo sabe y si nos hemos cuidado. Siempre pasa, solo que hace 3 semanas cuando estuvimos se rompió su condón, tuvo que comprarme la pastilla de emergencia y la tomé –replica a mis interrogantes.

Ange estudia medicina, debe saber que la pastilla pudo haberle alterado su ciclo menstrual. Debería tranquilizarse.

­Yo he tomado en cuenta que ese anticonceptivo de emergencia me pudo haber alterado el periodo –continua diciéndome–, sin embargo he tenido sueños en los que estoy embarazada y temo eso, no quiero arruinar mi carrera universitaria –expresa viendo ahora a mis ojos con preocupación.

Quisiera saber cómo le hace para leer mis pensamientos y responder antes de que pueda preguntar.

No te preocupes, todo estará bien. Tus pensamientos han estado jugando con tu mente. Si has tomado la pastilla dentro de las 48 horas no debería pasar nada –replico tratando de consolarla.

Eres muy supersticiosa, Ange -frunzo el ceño-.

¿Gustas tomar algo? –murmuro esbozando una sonrisa.
Agua por favor –replica devolviendo mi sonrisa.

Me levanto y voy a comprar un agua mineral de litro para ambos. Veo una gaseosa de naranja y se me antoja comprarle. Mejor no, aguantaré las ganas de beber gaseosas, últimamente no me han caído muy bien.

Me vuelvo a la mesa y veo que Ange me está sonriendo mucho. ¿De qué me perdí mientras no estaba? Esa sonrisa la conozco yo, sé que algo trae entre manos. Llego a la mesa y coloco el agua de litro sobre ella.

¿De qué me he perdido señorita? –murmuro en tono muy educado aún sin sentarme.
Quiero observes en la mesa que se encuentra a las dos y quince de ti –replica mientras sigue sonriéndome.

Inclino mi cabeza a mi lado derecho y rápidamente observo la mesa que me está señalando –pongo los ojos de asombro-, oh Dios mío, esto no me lo esperaba.

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