De
una muerte súbita me encontré,
Como
la sabia de una flor broté,
Y
como le veo a ella morir en el atardecer
Veo
además, mi resurrección.
Donde
solo lloré mirando única dirección,
De
la oscuridad y el sonido del amanecer
Una
melodía me colocaba como excepción
Para
un comienzo moribundo que acepté.
Así
como un nuevo día sonriente presencié,
El
resplandor era insuficiente para mi resurrección.
Sentí
un frío en mi cuerpo yéndose cuando regresé,
Y
me fui a caminar en las calles sin alguna reflexión.
Y
en el camino cual me topé con tanta desolación
Me
perdí en el mar rabioso, ebrio y con mi soledad.
Me
ahogaba, mis piernas no podían más y vi la deidad
Y
recordé lo importante que era mi resurrección.
Corría
estando vivo pero dentro muerto estaba
En
mis pies la arena pegada se les quedaba,
Y
de pronto entré a un lugar en desidia
Lleno
de colores oscuros y de plena apatía.
Fue
cuando me di cuenta que en el tiempo viajé
Un
año adelante y mi resurrección trajiné,
¿Cómo
podía estar vivo con lo que allí pasaba,
Si
mi mente en melancolía avanzada divagaba?
Me
veía allí escribiendo lo que ahora les cuento,
La
savia de una flor que daba vida, se secaba,
Las
melodías las utilizaba para mi confusión
Y
era donde más relajada sentía mi emoción.
Con
mi cuerpo palpo y estático, resentido
Y
agobiado, del pasado me había despedido
Sin
poder decirle a mi ‘yo’ futuro la reflexión
De
obtener el máximo dolor de toda resurrección.
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