septiembre 2017 ~ Pensamiento y Poesía

Bienvenido; aquí encontrarás parte de lo que escribo. Escritos líricos y poéticos con rimas y sin ella, escritos en prosas y experiencias de mi vida. Cada entrada que leerás tendrá un sentimiento distinto, poemas con algún significado real y que tu lo interpretarás. Intenta descubrir que puede haber en mi mente y vas a sorprenderte.

¿Se puede amar tanto a alguien?

MI AMIGO, ¡CUÁNTO TE NECESITO!

ENTRANDO A OTRA VIDA

PENSABA EN REALIDAD, CÓMO TE QUIERO

ME TENGO QUE IR

¡Hola! ¿Cómo te va?

Si te gusta lo que lees aquí, por favor, compártelo en Twitter y Facebook. Me ayudarías mucho a seguir creciendo.

sábado, 30 de septiembre de 2017

Otra vez, tomando riesgos mucho más intensos.

Aquí me encuentro entrando al cuarto con ella, con la rubia que me enloquece. Trae sus largas cabelleras onduladas, doradas como el sol y una sonrisa que no se desdibuja ni un instante de su rostro. Con su pantalón vinotino, con su remera negra y un distractor en la mano: su teléfono. Cierro la puerta y ella está nerviosa, pero admito que yo también. A las afueras de la habitación se escuchan voces y pasos pero son ignorados por nosotros cuando me voy hacia ella para besar sus labios.

La tomo por el cuello y sigo besándole, percatándome de que me abraza acariciando mi espalda. Oh Dios mío, sus finos labios rosados, que es una odisea besarlos porque desde siempre busco el labio superior pero con ella es todo lo contrario; un beso que se dosifica de excitación en mi cuerpo aún sin acostumbrarme a besar solo su labio inferior, y es que aunque busque el superior, ella lo evade cambiando la dirección de mi beso.

Ya está, mi cuerpo comienza a temblar. Es una sensación que me llega cuando comienzo a excitarme con alguien que amo y me vuelve paranoico de placer, y queriendo parecer tranquilo, la alzo y la sujeto encima de mí. Ella me rodea con sus piernas en mi cintura y yo, sujetándole fuertemente, no dejo de juguetear con su lengua. Me arrimo a la cama y me siento, ella sigue montada encima de mí y yo comienzo a besarle en su pecho lo que su remera deja ver, y ella apenada sintiendo cosquillas. Se ríe. Dice que no cree lo que está pasando y consiente me hace saber que le gusta. Me le quedo viendo a sus ojos y me quito mis anteojos. Ella se deja puestos los que siempre usa, siempre ha pensado que se ve fea con ellos pero yo disfruto su espléndida belleza. Estoy muy excitado y no dejo de temblar.

Me siento apenado, se ha dado cuenta de mi tembladera y me pregunta atónita que si lo estoy haciendo, a lo cual afirmo y explico el por qué. Levanto su franela, y me dice que no, yo le ordeno que se deje y obedece. Me encanta como es que, con una mirada y unas palabras mías, se ve que disfruta el momento. Al fin, le quito la remera y sigo repartiendo besos en su pecho, ya siento sus senos y estoy loco por succionar sus pezones y juguetear con ellos. Mis manos intranquilas se pasean por su espalda dejando entre el camino caricias que llegan hasta sus nalgas, cuales aprieto con fuerza. Y suben y llegan al broche de su sujetador. No lo necesito, por lo que me deshago de él aunque ella no esté tan segura, su pena sea grande y se le vea tan roja como un tomate, termina accediendo.

Mis manos se vuelven hasta su pecho, beso su cuello y se despabila, comienza a decir que no lo haga porque se excita y es su punto débil. Gran error al decírmelo, y lo sigo haciendo y la sujeto por el cabello replicándole que se quede quieta. Y obedece. Haciendo una seguidilla de besos, llego a sus pezones, suelto su cabello y los agarro, son rosados y me encantan, a pesar que al principio apagué la luz del cuarto, un resplandor de la ventana alumbra tenuemente la habitación. Estoy chupando sus pezones, uno a uno. Ella suelta un débil gemido y me agarra de las mejillas para llevarme a sus labios y comenzar a besarme, otra vez.

Me levanto y la coloco al frente de mí, le doy la vuelta y le doy un fuerte azote en sus nalgas con la palma de mi mano. Vuelvo a colocarla frente de mí, agarro una almohada que se encuentra sobre la cama y la coloco en el piso, le ordeno que se arrodille apoyándose sobre la misma para que sus rodillas no sufran tanto. Me encanta esta vista, verla arrodillada cerca de mi miembro y viéndome a los ojos. Me desbotono el pantalón y bajo el cierre, me saco mi miembro erecto y le pido que abra la boca y cierre los ojos. Entonces, con sumo cuidado voy metiéndole mi pene en su boca y enseguida ella con su lengua comienza a jugar. Le mando a que baje las manos y las apoye sobre sus piernas, le agarro por ambos lados de su cabeza a la altura de sus orejas y le follo su boca cada vez más rápido. Me siento en la cama, en una orden usa sus manos para hacerme el oral a su gusto. Entre un gemido le digo que lo hace muy bien. Una vez más ordeno a que me vea a los ojos mientras lo hace y me pongo tenso y con muchas más ganas de follarla.

Me levanto de la cama y así, con ella también. Le digo que quiero follarla pero me dice que no podemos, que es muy arriesgado, pero no me importa. Sin embargo, no se deja y le digo que se dé la vuelta. La coloco contra la pared y besando su cuello desbotono su pantalón vinotino, lo bajo hasta un poco más arriba de sus rodillas, y es que prácticamente solo veo su grande culo blanco que ahora aprieto con deseo arrimando mi miembro erecto. “Te haré un anal” le digo y se sorprende diciendo que no lo haga. Pero una vez más, no me importa, estamos tomando riesgos, es el momento. Mojo la punta de mi pene con saliva y lo paso por la entrada de su vagina húmeda, lo mojo tanto que es suficiente para penetrar su culo. Así que lo hago, comienzo a penetrarle y se queda quieta, está tan apretada que me da la impresión que mi pene no entrará y le dolerá mucho. Pero lo vuelvo a lubricar con su líquido natural. Penetro nuevamente y comienza a entrar, se siente delicioso... Ahora suelta un gemido y le pregunto si le duele, a lo que ella afirma pero rogando que prosiga, gime diciendo que le gusta. Asimismo, cada vez las embestidas son más rápidas y a un ritmo y voy sumergiéndome en el placer de sus orgasmos.

Al rato le ordeno que se coloque en la cama, en cuatro patas. Yo me quito el pantalón pero me quedo en boxers. Y sigo follándole analmente pero veo que así le duele más. Por lo que, recuerdo que hay una forma que no le dolerá tanto y le gustará mucho más. Se tumba en la cama completamente boca abajo. Beso sus nalgas y su espalda, me subo encima de ella y mojo mi pene nuevamente con su líquido, con su humedad cual producto es de la excitación que está sintiendo. Y es que no me contengo, me gusta verla así: su cabello está todo alborotado y espelucado, agarro sus dos nalgas y las aprieto y abro, quiero morderlas pero me contengo de hacerlo. Agarro mi pene y penetro nuevamente en su culo y aquí, justo teniendo más control sobre ella, intento penetrar más a fondo, le duele pero le gustaba. Gime mucho, eso hará que me corra mucho más rápido, tapo su boca y me la cojo más fuerte.

Y le digo que voy a correrme dentro y me pregunta riendo que si estoy loco. Yo sonrío, la velocidad en la que la estoy follándola va ascendiendo y voy correrme. Oh mierda, derramo semen dentro de su culo. Lo saco, sigo corriéndome tanto dentro de mi ropa interior que nunca me quité, como sobre sus nalgas y ella suspira, me dice que hay que irnos pero no quiero. Quiero más. Sin embargo, el riesgo crece así que esparzo con mi pene el semen derramado en su trasero hasta secarse un poco, me hago a un lado dejándola libre, se levanta y asevera diciendo que no cree que haya hecho esto. Y admite que quiere más, pero suena la puerta y quieren abrirla ¿y  ahora qué sucede? Ella se viste rápidamente y yo tan veloz como puedo. ¿Nos descubrirán? Hemos tomado tanto riesgo por el placer de dos locos enamorados.

Entonces, abro la puerta y vemos la libertad y tranquilidad de las mentes no dispuestas a arriesgarse.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

2
Son las dos más veintitrés minutos y quedé de verme en el centro comercial metrópolis con Angelina a las tres en punto. Me apuro vistiéndome; me coloco una franela negra, un pantalón negro bastante ajustado, unas botas blancas y por último mi chaqueta de cuero. Me dirijo hacia el cuarto de papá para buscar sus lentes Ray Ban Aviator, por suerte no se los llevó al trabajo.

Las tres menos quince minutos. Me dirijo a la puerta de la salida de la casa, al pasar por la sala veo como las amigas de Rose impactan su mirada conmigo. Me quito los lentes, guiño el ojo a Katherine y me los vuelvo a poner, ella me sonríe con picardía y me responde con una mirada de deseo. Me voy a la cochera, papá se ha llevado el automóvil. Mi padre ha comprado hace dos meses un Toyota Corolla 2014, anteriormente usaba una motocicleta Indian Chief Classic negra, no dejaba que nadie se acercara, él expresa que esa motocicleta “es mágica”. Ahora que tiene el automóvil no la usa, frunzo el ceño. Debería escribirle un mensaje de texto.

“Papá, he agarrado la motocicleta para verme con Ange en el C.C. Metrópolis”.

No pasan dos minutos y me ha respondido.

“Lawrence, ella es mágica, ten cuidado. Que te vaya bien, te quiero”.

Reviso mi chaqueta en el bolsillo de adentro y consigo una pañoleta y la coloco en mi cabello largo, me monto y abro el portón del garaje con el control. Parezco todo un motoquero. Salgo y frente de la casa espero se cierre el portón. Enciendo mi iPod y en instantes comienzan a escuchar mis oídos Exarsis. Ronroneo la moto fuerte y comienzo a andar por las calles de la ciudad. Voy por la autopista del Este dejando atrás al municipio Naguanagua, hay poco tráfico comparado en la noche, alrededor de las 6:00 pm así que podré llegar en 20 minutos próximos desde que salí de casa. El teléfono está sonando, supongo debe ser Angelina que quiere preguntar si ya voy llegando.

Aparco en el estacionamiento del Metrópolis Shopping Center, está repleto de vehículo. Nunca he sabido que este centro comercial esté vacío, siempre está lleno sea la hora que sea. Voy a la entrada del centro comercial y mientras entro llamo a Ange -agarro mi teléfono, marco a su número y le llamo-.

Ange, ¿dónde estás? –pregunto con ansias de verle.
Estoy en el cine, Lawrence –me responde con tono que me apure.
Está bien –cuelgo.

Estoy cerca del cine así que mejor me apuro. Acelero el paso mientras voy al destino. Llego al cine y veo a Ange sentada casi en la entrada esperándome mientras está entretenida en su iPhone 4, muy usual que se entretenga subiendo fotos a las redes sociales. Entro y me siento en la silla del frente sin ella se dé cuenta, extiendo mi mano por la mesa para saludarle, rápidamente sube la mirada a mis ojos y sonríe de la emoción.

¡Lawrence! –se levanta de la silla y se tira hacia mí para abrazarme fuertemente.
Me encanta cuando me abrazas, es tan relajante y apreciable –susurro a su oído y sigo su abrazo.
Es agradable verte, por cierto lindo look –deja de abrazarme, me pasa la mano por el pelo y se sienta frente de mí, en donde se encontraba.

Ange viste una blusa sin manga con una tela muy clara tanto que se nota su top negro, no es frecuente en ella este tipo de blusas, sin embargo se ve bastante bien. Lleva un leggins azul donde se puede notar su glúteo tonificado, bastante sexy. Trae un gorro junto a su cabello largo y rizado que alimenta su único estilo. El color de su piel que resalta con el color del leggins hace verla más blanca de lo habitual. Sus hermosos y humildes ojos se ven con mucha alegría. Me encanta verle, aunque últimamente la facultad le toma tanto de su tiempo que vernos se dificulta, ni siquiera ha viajado en los últimos 5 meses a su ciudad natal, Caracas, para ver a su Familia. Ella está residenciada acá en la ciudad de Valencia desde que ha comenzado la carrera de medicina, específicamente en el municipio San Diego. Supongo que es por ello que hoy nos hemos reunido acá en el Metrópolis Shopping Center.

¿Qué ha pasado? –pregunto intrigado.

¿Qué tendrá que decirme? Estoy muy impaciente por saberlo. Sonríe y se pasa un fleco de su pollina por detrás de la oreja.

Tengo cambios de ánimos repentinos y aún no me llega la menstruación, creo que estoy embarazada –replica sin verme a la cara.

Es una broma, ¿no?

¿Qué estás diciendo Ange? –murmuro conmocionado, impactado.
Tengo una semana de retraso en mi ciclo menstrual –entrelaza los dedos de sus manos y los mira fijamente. No puede evitar sonrojarse.
¿Y José lo sabe? ¿Se han estado cuidando? –pregunto aún atónito.

José es su novio de hace más de 3 años. Su relación es muy madura, saben dónde tienen los pies plantados. No sé qué ha pasado ésta vez.

No, él no lo sabe y si nos hemos cuidado. Siempre pasa, solo que hace 3 semanas cuando estuvimos se rompió su condón, tuvo que comprarme la pastilla de emergencia y la tomé –replica a mis interrogantes.

Ange estudia medicina, debe saber que la pastilla pudo haberle alterado su ciclo menstrual. Debería tranquilizarse.

­Yo he tomado en cuenta que ese anticonceptivo de emergencia me pudo haber alterado el periodo –continua diciéndome–, sin embargo he tenido sueños en los que estoy embarazada y temo eso, no quiero arruinar mi carrera universitaria –expresa viendo ahora a mis ojos con preocupación.

Quisiera saber cómo le hace para leer mis pensamientos y responder antes de que pueda preguntar.

No te preocupes, todo estará bien. Tus pensamientos han estado jugando con tu mente. Si has tomado la pastilla dentro de las 48 horas no debería pasar nada –replico tratando de consolarla.

Eres muy supersticiosa, Ange -frunzo el ceño-.

¿Gustas tomar algo? –murmuro esbozando una sonrisa.
Agua por favor –replica devolviendo mi sonrisa.

Me levanto y voy a comprar un agua mineral de litro para ambos. Veo una gaseosa de naranja y se me antoja comprarle. Mejor no, aguantaré las ganas de beber gaseosas, últimamente no me han caído muy bien.

Me vuelvo a la mesa y veo que Ange me está sonriendo mucho. ¿De qué me perdí mientras no estaba? Esa sonrisa la conozco yo, sé que algo trae entre manos. Llego a la mesa y coloco el agua de litro sobre ella.

¿De qué me he perdido señorita? –murmuro en tono muy educado aún sin sentarme.
Quiero observes en la mesa que se encuentra a las dos y quince de ti –replica mientras sigue sonriéndome.

Inclino mi cabeza a mi lado derecho y rápidamente observo la mesa que me está señalando –pongo los ojos de asombro-, oh Dios mío, esto no me lo esperaba.
1

No puedo creer lo que me está sucediendo, –me levanto de la cama algo frustrado y lanzo el lápiz junto con la hoja al suelo–. Otra vez he reprobado algebra, no sé si seguiré aguantando la presión. Mi hermana, cada noche en la que estoy tan ocupado me grita a que apague la luz de la habitación, ¿y voy a reprobar por tercera vez? No puedo creer que esto suceda, ¿acaso el universo me está poniendo aprueba? –Desordeno toda la cama y tiro de las sabanas por toda la habitación con el ceño fruncido–. Me gustan las matemáticas pero ¿por qué diablos no puedo aprobar álgebra si yo siento que doy todo de mí?

La última vez que entablé una conversación con el profesor de álgebra dije que dejaría todo si fracasaba de nuevo y ahora sintiendo que he fracasado no quiero dejar nada de esto, es mi sueño y temo dejarlo –arrugo los labios mientras recuerdo eso–. Es lo que me gusta, siento que doy asco, sin embargo, en el fondo hay algo que me dice que si alguien más pudo yo también podría –veo la habitación donde el desorden sin cesar abunda–, mi hermana me matará pronto lo vea.

¿Y aún pienso en eso que no es importante?, no me interesa lo que vaya a decirme ¡demonios, he reprobado álgebra nuevamente! –llevo mis manos a la cabeza con ganas de arrancar mis cabellos de manera compulsiva y grito por toda la habitación–, la cama de mi hermana viste sábanas blancas y en las almohadas tienen un color rojo intenso. Frente a la cama de mi hermana en la parte de arriba, casi llegando al techo celo raso, hay un cuadro pegado en la pared, el cual quiero tirarlo. No, mejor dicho quiero acabar con todo lo que aquí se encuentra, así dar de una buena vez por culminada mi rabia y frustración.

–Salgo de la habitación–, no hay nadie en casa. Que suerte tengo –enciendo el reproductor de CD y coloco un disco–, Beneath The Remains, un thrash metal grabado a finales de los 80s. Sin duda, la mejor música que puedan escuchar mis oídos –subo el máximo del volumen al reproductor–, quizás haciendo esto calme mi rabia y pueda  convertirla en adrenalina pura. Mientras voy haciendo headbanging por toda la casa me dirijo hacia la cocina para buscar algo de comer. En ésta parte de la casa hay una gran nevera negra con plateado en el agarre de las puertas, frente se encuentra la cocina eléctrica que se moderniza con el gusto de mi padre –abro la nevera y con mis dedos hago sonidos de percusión en ella–, al observar la nevera detalladamente he tenido suerte de conseguir las únicas dos posturas de gallina así que las freiré.

Aún recuerdo esta mañana cuando muy temprano fui a la Universidad a buscar la calificación de álgebra y me encuentro con la noticia de que tengo que realizar todo el semestre otra vez porque he reprobado la asignatura –agarro el sartén echando los huevos allí con aceite caliente y comienzo a revolver, tomo un poco de sal y lo disuelvo en el sartén para que los huevos agarren un poco de gusto–. Me encanta hacer headbanging mientras escucho las percusiones rápidas de Sepultura, quiero distraerme y por consiguiente se hace tedioso, aunque suene mi música preferida.  

Al momento que estoy peleando con mis pensamientos suena mi teléfono celular. Sobre la mesa de comer, la cual es de madera y está adornada por un arreglo de flores y frutas, había dejado el control del reproductor y al lado está mi teléfono –bajo el volumen, agarro el teléfono y contesto yéndome hacia la sala de estar–.

Bueno, por aquí Lawrence ¿Y por allá quién? –contesto el teléfono. Sonrío con perspicacia sabiendo de quién es la llamada.
No seas tonto Lawrence, es Angelina, ¿cómo te va, fuiste a buscar tus calificaciones del semestre? –murmura en preguntas.

Oh. ¿Por qué demonios me pregunta sobre las calificaciones? no es justa su pregunta puesto que la frustración que hace un momento sentía pude calmar con música –frunzo el ceño–.

­No estoy bien Ange, he vuelto a reprobar algebra y tengo que comenzar nuevamente el semestre –respondo inquietante a su pregunta.
¿Qué? no puede ser real lo que me estás diciendo ¿hasta cuándo vas a estar allí? ¿acaso no te cansas de reprobar? –replica de asombro con un tono no tan tenue.

No tiene por qué animarme tanto –mi subconsciente espeta con sarcasmo–.

No me canso, no me cansaré. Las matemáticas son mi vida, solo la suerte no ha ido a mi favor –murmuro disgustado.

Estoy sintiendo que huele a quemado… ¡Los huevos! Debo regresar a la cocina, demonios.

Debiste seguir los consejos de tu madre, ella quería que estudiases medicina, estuvieras conmigo estudiando. Ya voy por el cuarto semestre y tú no pasas del segundo.

Se quemó mi almuerzo y Angelina me marea con sus palabras.

Mi pasión es la ingeniería, los cálculos matemáticos, no estudiaría medicina nunca. Tú odias las matemáticas y yo simplemente las amo. Amas la medicina y respeto eso de ti, agradecería tu hicieras lo mismo –replico tratando de esquivar sus no tan buenos comentarios.

Pongo la alta voz e intento acomodar estos huevos quemados. Solo sé que me los comeré así, además no hay más nada que comer.

Al menos progreso, Lawrence. Aunque no tienes todo perdido, en tres semanas comienza verano en la universidad. –murmura a mis replicas.

¡Oh mierda! Lo había olvidado por completo, puedo hacer verano y pasar la asignatura para comenzar el próximo semestre en el período II de éste año.

No me recordaba de ello, Ange. Estoy haciendo mi almuerzo y he dejado que se quemara. Tengo que colgar.
Disculpa si te desanimo anteriormente ahora aprovecha esta oportunidad, quiero lo mejor para ti y lo sabes –hace una pausa-, ¿podemos vernos hoy a las tres de la tarde en el centro comercial Metrópolis? Necesito decirte algo muy importante. –espeta con voz entre cortada.

Oh, que querrá decirme. Quisiera que quitara mi mal humor pero su voz contradice mi satisfacción.

Está bien, allí estaré. Hasta luego, cuídate –respondo y cuelgo, seguidamente pongo el teléfono sobre la mesa.

Mientras me atormentaba en mis pensamientos todo este rato no me había percatado del verano –sirvo mis huevos quemados y comienzo a comer. Cojo el control del reproductor y subo el volumen al máximo nuevamente–. Me pregunto qué querrá decirme Ange, quise colgar para evadir sus comentarios y no encendí mi curiosidad de preguntarle, aunque no iba a decirme. Ella suele sorprenderme, siempre me toma desapercibido. Angelina Rumsfeld es mi mejor amiga desde que íbamos a la prescolar, hasta el día de hoy aún seguimos nuestra grandiosa amistad. Me entiende más que a nadie, ha estado siempre conmigo en momentos felices, en momentos difíciles de abundante tristeza. Admiro mucho todo lo que hace y su grata humildad. Aunque a veces suele ser arrogante y muy orgullosa así la quiero –me termino mi almuerzo, lavo el plato y lo pongo en su lugar–. Debo de tratar de no dejar desorden, a mi padre no le gusta que haya el más mínimo desorden. Además, mi hermana es muy estricta también. A veces pienso en si la vida me podría dar oportunidades para irme de mi casa, siempre he dicho y creído en que lo primero que debe hacer un joven es salir del yugo de sus padres y de tal manera independizarse.

Entro observando el desorden que  había dejado, tengo que recogerlo. Dejo la puerta abierta para seguir escuchando el reproductor con el volumen al máximo y comienzo a acomodar el desastre. “El alagan trabaja doble” sonrío al recordar ésta frase. Si no recojo todo éste desastre me las veré grotescas con Rose.

Paso aproximadamente una hora y media recogiendo el cuarto. He sudado y siento cansancio. Decido ir a tomar una ducha para relajarme. El baño está perplejo de cerámicas blancas: en el suelo, en las paredes. Por otro lado, el lavamanos y el retrete son blancos también, sin embargo, tienen un tono azulado muy lejano. El baño es amplio, hay una tina en la que nunca me gusta meterme, he pensado que me sentiría incómodo. Entro a la ducha, el agua está fría. Desearía estar con alguien en ésta ducha ahora mismo. Extrañamente comienzo a pensar especialmente en Denise Monroe, desde que la conocí en la secundaria me ha llevado loco. Fuimos novios un tiempo pero no funcionó, aunque yo quedé con ese mechón que con una chispa podría encenderse en cualquier momento. Ella estudia la carrera universitaria de contador público en la ciudad de Caracas. Es alta, de piel morena, tiene unas fascinantes piernas. Además, por lo que recuerdo cada mañana sale a correr, el ejercicio ha hecho que me enamore de sus sexys piernas. Sus ojos claros me vuelven loco, no es usual ver a una persona de piel oscura con ojos verdes.

La última vez que la vi fue hace aproximadamente tres meses, en el Centro Comercial Sambil (C.C. Sambil), fue hermoso verle. Me he perdido en mis pensamientos y no había notado que no hay jabón para lavarme, joder. No hay nadie en casa así que salgo, luego secaré el piso. Los jabones están en el cuarto de papá y para ir desde el baño hasta allá tengo que pasar por la sala de estar. Mientras me dirijo al cuarto de papá me golpeo un dedo meñique del pie izquierdo con una silla de la mesa del comedor. ¡Joder! Eso duele. Entro al cuarto todo mojado, desnudo y busco el jabón. Ya me siento incomodo, mejor me apuro para ir a terminar de ducharme. Me dirijo al baño nuevamente.

Siento unas llaves sonar y la puerta de la casa abrirse. Rose está entrando con unas amigas a la casa ¡mierda!

¡Maldición, estoy desnudo! Me escondo tras una pared mientras veo que entran. Rose tiene 18 años, tan solo dos años menos que yo, no puedo evitar sentirme incómodo. Conozco a una de las chicas que están entrando, el solo pensar pasar desnudo por allí me estremece. Joder, ¿por qué papá deja su toalla en el baño? ¿Por qué mi cuarto queda tan cerca del baño y por qué papá coloca los putos jabones en su cuarto? ¿¡Por qué!?

Paso corriendo para la cocina donde veo con mejor claridad. Se sentaron en los muebles de la sala de estar. ¿Están hablando en serio? Estos se encuentran frente al baño, ¿cómo le hago ahora? Creo que me tocará pasar. Voy al baño y solo se escucha a Rose echar un grito.

¡Lawrence!, ¿qué te pasa? –grita reclamando por vergüenza.
Joder, ¡déjame! ¡no estoy de ánimos! –respondo yendo al baño.

Tratando de dar por hecho que nada me importaba no puedo evitar sentirme apenado. Pude observar como sus amigas se burlaban al verme desnudo. Y más allá de los ojos de Katherine (la chica que conozco), podía ver un gran deseo. Quizás estoy alucinando porque hace rato quería a alguien en la ducha conmigo.

Katherine es una chica extraña, eso me pareció cuando la conocí. Es baja, de grandes senos, de piel blanca y ojos marrones café. Su cabello es abundante, rizado y de color negro, he llegado a pensar que es pintado, aunque no estoy seguro de ello -termino de ducharme y voy a la habitación-. Mi hermana apagó el reproductor, odio cuando hace ese tipo de acciones injustas. Rose tiene un temperamento indiscutiblemente nefasto, no me gustan las peleas con ella, pues, de alguna manera siempre quiere salir ganando y la verdad, mucha de las veces la razón nunca la tiene, por tal hecho yo evito su conducta arrogante ignorándola.

¡Vaya! El tiempo se ha ido, espero todo salga bien hoy. Aunque lo que estoy viendo me desconcierta un poco.

martes, 19 de septiembre de 2017

De una muerte súbita me encontré,
Como la sabia de una flor broté,
Y como le veo a ella morir en el atardecer
Veo además, mi resurrección.

Donde solo lloré mirando única dirección,
De la oscuridad y el sonido del amanecer
Una melodía me colocaba como excepción
Para un comienzo moribundo que acepté.

Así como un nuevo día sonriente presencié,
El resplandor era insuficiente para mi resurrección.
Sentí un frío en mi cuerpo yéndose cuando regresé,
Y me fui a caminar en las calles sin alguna reflexión.

Y en el camino cual me topé con tanta desolación
Me perdí en el mar rabioso, ebrio y con mi soledad.
Me ahogaba, mis piernas no podían más y vi la deidad
Y recordé lo importante que era mi resurrección.

Corría estando vivo pero dentro muerto estaba
En mis pies la arena pegada se les quedaba,
Y de pronto entré a un lugar en desidia
Lleno de colores oscuros y de plena apatía.

Fue cuando me di cuenta que en el tiempo viajé
Un año adelante y mi resurrección trajiné,
¿Cómo podía estar vivo con lo que allí pasaba,
Si mi mente en melancolía avanzada divagaba?

Me veía allí escribiendo lo que ahora les cuento,
La savia de una flor que daba vida, se secaba,
Las melodías las utilizaba para mi confusión
Y era donde más relajada sentía mi emoción.

Con mi cuerpo palpo y estático, resentido
Y agobiado, del pasado me había despedido
Sin poder decirle a mi ‘yo’ futuro la reflexión
De obtener el máximo dolor de toda resurrección.

martes, 5 de septiembre de 2017

Luces de colores que se encienden para verte,
Y se escucha un ángel dictando tu nombre.
Porque los dolores en felicidad convierte,
Es un día, es el único… ¡mira cómo naces!

Luces de colores que se encienden para verte,
Y es hora de que veas en ti, la felicidad y gracia.
Porque llegaste como hoy, un cinco de septiembre,
Es el momento de levantarse, que el mundo tiemble.

Luces de colores que se encienden para verte,
Son ojos café, piel aclarada y una voz tenue…
Porque aquí comienza el camino de tu vida
Y con él te llevarás los triunfos hasta tu partida.

Luces de colores que se encienden para verte,
Ha pasado mucho tiempo y te seguimos viendo.
¿Por qué ahora te has puesto tan triste con visiones?
Deja quieto lo que está quieto, sin preocupaciones.

Luces de colores que se encienden para verte,
Y aunque no me encuentre te abrazo muy fuerte.
Porque cuando una vida empieza, otra termina,
Pero sé que “no estoy”, y para ti soy infinita.

Luces de colores que se encienden para verte,
Y darle paso al joven de cabello largo.
Porque es un halago encontrarse contigo
Que completas el ciclo de las triples R.

Es hora de mantener las luces encendidas
Ya no hay más nadie que tú y yo,
Cualquiera que te distraiga, evádelo.
Sonríe porque así te conocí, sonriéndome.
No temas a la soledad y es que no existe, la verdad,
Es hora de sentirse feliz mientras te acompaño,
Es hora de evitar aferrarnos a lo que hace daño
Y es hora de que sepas, niña de las cabelleras con risos,
Que se alisa el cabello cuando puede, que abraza tanto,
Que es lo más adorable con lo que alguien se puede topar,
Justo ahora, es la hora de estar alegre; ella te cuidará siempre,
Te pide no abandones esa niña dulce y risueña dentro de ti
Porque mientras te voy dando ánimos, te voy queriendo también.


Feliz cumpleaños, mi querida Rosmaira.

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Entraste en mi alma, para no salir de ella y te agarré de la mano porque pensé que nunca me soltarías, pero me equivoqué.
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