Entré al cuarto y estabas allí,
ni recordaba cómo te llamabas pero sabía que me dirías tu nombre solo al pasar
la puerta. Tu nombre me dijiste y encantado quedé. No he dudado en adentrarme
más al cuarto, sentarme y verte de reojo mientras esperas a que te diga alguna
palabra. Qué piel tan blanca, qué cabello tan rubio, qué mejillas más coloradas
empiezo a notar…Y justo allí rompo el hielo. Qué simpática eres, más que
hermosa y sonriente, siento una energía que me dice que me acerque a ti,
entonces decido enseñarte un truco para que uses en el ordenador que tienes en
las piernas que por cierto, desde que entré acá no he dejado de ver. Deseo
tocarlas. Creo que voy a arriesgarme. Justo cuando volteas el ordenador para
enseñarte el truco, porque no entendías cómo hacerlo, dejo reposar mi mano derecha
en tus piernas y vaya… si tan solo te observaras por medio de mí, la sonrisa de
pena que tienes y que disfruto ver ahora mismo. Pero quiero más. Te quito el
ordenador y lo coloco encima de la cama. Mírate ruborizada, me encanta eso.
Subo mi mano por tu pierna y te da un tic de nervios y eso solo fue la puerta a
mi excitación que en evidencia queda luego que te levantas porque saldrás un
momento. Y me das la espalda para salir,
¿estás corriendo de mí? Espero que no. Mira esas nalgas, ese culo, esas
piernas… pero aquí te espero.
Ya llegaste, te sientas a mi
lado e intentas agarrar el ordenador pero no te he dejado hacerlo. Me levanto
de la cama, te tomo de las manos y te levanto también. Estás perpleja, estás sorprendida.
Te agarro por las mejillas y comienzo a besarte. ¿Esto está sucediendo? Siento
como me besas y cómo jugueteas con mi lengua. Me encanta como besas. Te pongo
contra el armario que está allí al lado de nosotros y entonces con mis dos
manos y perdido en tus labios, me voy a tus nalgas y las aprieto. Oh vaya… sueltas
un gemido, sé lo que quieres y lo vas a tener.
Comienzas a usar tus manos para
clavar tus uñas en mi espalda por encima de la camisa. Se siente tan bien… te
doy la vuelta porque quiero pegar mi miembro a tu culo mientras beso tu cuello
y hago una cadena de besos hasta tus mejillas, tu presionas tu culo a mi
miembro sedienta por a que te folle. Y lo haré. No lo pienso dos veces y
corriendo el riesgo de que algún familiar entre y nos encuentre, aprovecho cada
instante y rápidamente desbotono tu pantalón corto y saco el suéter dentro de
él y te lo quito. No le necesito, pero te dejaré el sujetador negro puesto
porque me gusta cómo deslumbra tu piel ¡y tus tetas que están alucinantes!
Sin embargo, una vez que te bajo
tu pantalón corto no lo quito del todo, pues lo dejo hasta un poco más arriba
de tus rodillas, porque me gusta cómo te ves ahora mismo. También estoy bajando
tu ropa interior. Ya estoy sacando mi pene pero mientras lo hago tan rápido
como puedo y con el corazón a mil pulsaciones por segundo, tu espalda se
convierte en una cama que beso ansioso. Te penetro y echas un grito fuerte y me
asusto porque podrían entrar. Entonces te he tapado la boca y te cojo fuerte y
más y más duro. Veo como tus nalgas rebotaban con mi pelvis al ver como mi pene
entra completamente en tu vagina. Maldita sea, estoy muy excitado. Te subo los
sostenes y te destapado las nalgas porque quiero agarrarte las tetas.
Inmediatamente te apoyas con más estabilidad sobre el armario y te inclinas
más. Mira como tiemblas y te corres. Aquí vengo al instante y me corro contigo
pero en tus nalgas. Allí está mi semen esparramado en tus nalgas blancas como
nieve, ese es el orgasmo que me has provocado y que tanto disfruté.
Te tumbas en la cama agotada
pero queriendo más, a pesar de que te subiste el pantalón corto y color rojizo
oscuro, miras mis ojos con una mirada perversa pero tímida a la vez y me dices
ahora: “¿estás preparado para el siguiente round?” Y lo que respondo es lo que
quieres escuchar.