Hay un cráter, lindo cráter que indago al fondo
tentado a morir. Comenzó tan pequeño que jugueteaba con él cada día. Pero crece
y crece, y no se detiene. La emoción parpadea viéndome fijamente y me abraza
pero justo ahí: el cráter crece más y más. Se hace temeroso pero decido bajar a
ver qué puedo encontrar.
Aludo a lo que tenía al principio y no temo por
tan falso pusiese algún pie sobre sus paredes y cayera al fondo de él. Lo que
una vez quise hacer y tener se aleja con la luz que queda por encima de mi cabeza
pero yo desciendo y el cráter se expande más y más. Qué dolor me da después de
comenzar a bajar y recordar que alguien decía esperar por mí y nunca me tuvo por
su inseguridad. Ahora, cada vez me pierdo en el fondo de este cráter para
olvidar lo una vez quise que fuese. Pero no hay vuelta atrás, si subo tendré
miedo de caer. Pero si sigo bajando, me emociona saber qué me depara allá. Es
un dilema que no pienso resolver aunque este cráter sea la confusión de los
sentimientos de una mente intranquila como la mía.
Y quisiera ir más rápido de lo que este cráter que
ha crecido en tan poco tiempo pero si me lanzo probablemente acabe muerto, si
bien sé que un día de estos terminaré muriendo porque la cabeza me explotará de
tanto pensar.
A causa de creer y pensar en exceso es lo que
hace de este cráter algo más curioso que merece una investigación por mí, debo
estudiarlo y sacar una conclusión.
Pero eso
sucederá solo si llego al fondo del cráter.
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