Y coloquen las cruces
volteadas, porque el cigarrillo se apaga y el humo se esfuma. Porque tomó la
hojilla y dijo que lo haría, que acepto y lo hacemos. Más cerveza, más ron. Las
luces tenues y el frío en abundancia, que se pierde tan rápido cuando echo un
sorbo. La toma y diciendo unas palabras mirando sus manos, me espeta que piense
en algo que quiera.
Cierro mis ojos: ojos verdosos,
piel nívea y cabello rubio, labios finos y voz dulce, de manos delgadas y dedos
más largos que los míos y una canción que sonaba un viernes por la noche. Qué
sonríe, que me mata, porque no he visto una que pueda hacerle la competencia,
entonces en eso pienso. En su silueta, en sus hermosas tetas, en el lunar que
casi un día pude causarle dolor, y en sus gemidos, y como olvidar la frase:
"dame más, quiero más. No te detengas."
Entonces abro los ojos, toma mi
pulgar y corta de él, estoy viendo que la sangre cae en gotas pequeñas al suelo,
ella lo chupa. Corta de su dedo también, veo su sangre y alguien lanza el humo
del cigarrillo a mi cara y suelto una risa. Ahora que veo como junta nuestras
sangres me doy cuenta que las cruces se voltean y todos gritan diciendo
incoherencias que no presto atención, pero que me incomodan. Y ella me ve y
sonríe susurrando entre sus labios: "cree".
Me despabilo, piel nívea a mi
merced y justo cuando volteo a caminar al unísono, mi teléfono comienza a vibrar.
Aturdido, me llevo la mano al bolsillo y cuando observo, piel nívea, rubia y de
dulce voz me escribía un mensaje diciendo: "quisiera hablar contigo, no
dejo de pensar en ti…", todo porque las cruces se voltearon.