Una vez me dije: “cambiaré, no solo para demostrarle que de
verdad lo haré, sino para ser mejor persona.”
Desde ese momento mi vida cambió radicalmente y aprendí que
no debe ser necesario perder las cosas para aprender a valorarlas. Pero, quién
diría que hoy estoy aprendiendo que es necesario perder las cosas para ser
feliz.
Una gran incongruencia, parece no tener sentido. Sin
embargo, cuando de dulces, comida y sentimientos se trata, el sentido es el
correcto y perfecto. Tengo mucho tiempo enamorado y al parecer seguiré así por
muchísimo más, tanto que tengo miedo de que sea eterno.
No es que no quiera, sino que no se puede ni debe seguir.
Porque ha dejado de llover y es hora de poder salir a la calle a buscar la
felicidad. Esa felicidad que se estaba atando en mi cuello ayer y quería
ahorcarme. Noches donde lloraba (para no decir que aún lo hago) y no entiendo
por qué he llegado a este estado, a este presente y de ésta manera.
La gran incongruencia que ahora tiene el mayor sentido es,
el amor. Es la razón por la cual para aprender hay que tomar decisiones.
Aún pienso, aun creo. Y es la esperanza y la fe lo primero
que pierdo. Yo no quiero perderlas, pero me las están arrancando y me quieren
dejar sin ni siquiera un grano de mostaza.
El universo está conspirando para ahogarme en una tristeza
exponencial.
Hoy un compañero de estudio me vio y me preguntó: “¿Por qué
estás triste?”. Me sorprendió, porque de las personas que me conocen, solo una
se había dado cuenta de mi evidente ánimo. Pero, nadie más quien crea que me
conozca mejor. Sin embargo, él me lo preguntó y no lo conozco tanto, ni me
conoce mucho, solo somos "conocidos" y nos ayudamos.
Entonces no dejé de pensar en por qué demonios debe notarse.
Yo sonrío, yo hago reír a los demás. Mi mente mientras
siente que me río me envía imágenes al cerebro cuales me tocan la puerta del
alma y me dicen: “Oye, sufre. Tú estabas triste, pronto no estará.”
Y, por consiguiente, tan dependiente que soy de su ser, de
su presencia, de su atención… esperando toda la noche de ayer y todo el día de
hoy, un mensaje que me alegrara pero que nunca llegó. Sentir que espero algo y
no llega me coloca los pelos de puntas y muy nervioso. He estado tan nervioso
que, el teléfono hoy vibró aproximadamente 100 veces, sí, el mismo número de
veces en que mi corazón se aceleraba y mi estómago sentía un vacío acompañado
de un vil frío que además de helarme, me desconcentraba.
“Generamos un vector posición, con el operador nabla
gradiente de la función perpendicular al plano tangente…” Y el profesor hablaba
y hablaba, mi mente en otro sitio. En un sitio donde he estado y es de paz,
amor y comprensión.
Comprensión que no hay y atención que se fue con el viento.
Ahora se me vienen esas palabras: “nunca debes entregar todo
de ti, siempre te lo he dicho”, hace días mi padre me dijo. “Cuando llega
alguien más y por consiguiente la ruptura, pasa lo que te está pasando”.
Finalizó.
Me dijo que nadie piensa como yo, que nadie ama para toda la
vida y que, la distancia disipa el amor. Aún pienso lo mismo que le respondí:
“Quizás ahora vea que no es quien quería y creí que era. Pero sé que alguien en
el mundo debe tener presente el concepto de amor tal cual como el mío. Si de
verdad ama, evidentemente.”
Él seguía diciéndome que estaba equivocado pero luego de
tanto intercambiar opinión, me ha dicho que de mil personas, solo dos. La
persona que yo creo que existe, y mi persona.
Si no espera nada de mí en tiempos de lluvia, cuando
escampe, no esperaré nada de ella porque estoy seguro que aunque la ame, lo
mejor es lo que pasa.
Porque todos los días aprendo algo nuevo y hoy aprendí que,
las decisiones que yo tome, serán las mejores.
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