Si que tengo miedo, ya tenía
tiempo que no volvía a este espacio, a mi burbuja de pensamientos perdidos y enredados.
Estoy viviendo un temor continuo porque no sé cómo voy a salir cuando explote
esta burbuja y caiga al suelo, a la realidad de la vida, de mi vida. Es difícil
cuando algo mínimo siempre te lleva al principio de todo y vuelve a caer en el
círculo vicioso que yo trato de llamarlo: “bucle”, porque es infinito y se
repite constantemente. No es fácil, nadie ha dicho que sería fácil ni nadie me había
aconsejado que cuando te alejas, no debes volver. Pero muchos lo hacemos y
hacemos daño, y nos hacemos daño. Porque inconscientemente quizás me guste el
dolor, es mi mayor excusa para sacar lo mejor de mí: una vez estoy en lo alto y
decaigo otra vez, me repongo y subo más arriba de lo que estaba y ese es mi
bucle. Y no mido las consecuencias, cada vez que más alto subo y me lanzo a la
decadencia de un sentimiento impuro es evidente que el golpe duele más.
¿Y qué pasará ahora? ¿Realmente
hay alguien que detenga un bucle que haga el atajo hacia una calma que no esté
cerrada a lo inconsolable? Porque lo necesito. No encontraría una palabra mejor
que englobara mi noche de insomnio: Frustración. Y no porque no tenga sueño
para dormir, sino porque he conseguido alguien que detiene el bucle y deja una
pista dulce e infinita que suena al fondo de mi dormitorio, que me atrapa deja
mi alma en lo alto junto a ella.
Quién creería que te estaría
besando ahora… después que tanto te necesité y nunca decidí esperarte pero que
me sorprendiste con un abrazo para hacerme ver que los bucles pueden detenerse.
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