Este es mi tiempo, distinto al
tuyo cuando menos me lo esperé.
¿Por qué sigo aquí? Donde mi
vida se destroza, donde mis sueños se desploman y donde no sé hacer otra cosa
que pensar en ti. Me pregunto una y otra vez la misma pregunta, porque por más
junta que tenga mi alegría a la tuya, tú simplemente la desechas. Porque tienes
a alguien más y lo conseguiste antes de dejarlo todo por mí, que a pesar de ser
poco, era mi alegría.
Dime ahora, ¿cómo hago para
aplacar el dolor? Como hubo amor, sé que hubo tristezas, pero una fortaleza
siempre surgía y la felicidad luego abundaba. Me he convertido en una persona
que siempre habla a solas consigo misma, me levanto a horas tempranas por las
mañanas, cojo el bus universitario y en el recorrido de 1 hora para llegar a mi
destino a las 7:00 horas, mientras otros duermen por haber estudiado mucho la
noche anterior o por irse de parranda se acostaron tarde, yo estoy pensando en
qué será de tu vida ahora. Sí, porque si a mí me va tan mal no teniéndote a mi
lado, a ti debería irte bien y mejor por lógica humana. Entonces, me digo: “no
sé si sentirme bien, porque estás mejor o sentirme peor porque estoy mal”. El
tiempo no es el mejor maestro del olvido o el doctor que sana todas las
heridas, el tiempo solo te ahorca y te hace sufrir, te recuerda a cada instante
la felicidad de tu pasado y te grita que jamás volverá a suceder.
Pero, por favor dime, ¿cómo
dejo de sufrir? Sí, no puedo negar que escribir, escuchar mi banda y género musical
favorito me despeja la mente de tu ecuación ordinaria, que me saca las raíces
cuadradas y me simplifica la tristeza momentáneamente, pero ¿Y cuándo no hay
música? ¿Y cuándo no hay banda favorita? ¿Y cuándo el silencio abunda en mí
ser? ¿Y cuándo salgo a la calle a observar la vida y así, todo se parece o me
recuerda a ti? Solo allí, en esos momentos inoportunos ¿cómo dejaría de sufrir?
Mi mente me destruye, me dice
que no siga sufriendo, me dice que salga corriendo, me grita que no sea más un
tonto; pero me confunde porque también me dice que siga sufriendo, que llore tu
ausencia, que sienta el vacío en mi estómago y nunca olvide ese ataque de
tembladera que me daba cuando ni había frío y ni hacía calor, pero sabía que
faltaban solo segundos para hacer el amor.
Otra vez, te pregunto y dime,
¿Cómo detengo esta sensación en mis sentimientos? Porque te fuiste y me quedé
en el limbo pensando en algo que por más que quiera, tú no vas quererme más.
Soy, el que está en el fondo del mar, que se ahoga en el atardecer mientras te
ve a la orilla besándote con él y diciéndole: “El cielo y tú, tienen el mismo
encanto.”
“No creo que sea el tiempo
quien todo lo cura, pero sí creo que lo tapa todo con una fina capa de polvo de
olvido”, esas son tus palabras e igual que tú, yo tampoco lo creo aunque
también lo crea. Sé que aunque el tiempo transcurra de esta manera, aun así,
sigue siendo el peor maestro de todos.

0 comentarios:
Publicar un comentario